Frente a la tribuna de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Rafael Acosta Juanito no aguantó más. Se quitó la corbata color rojo, la alzó y la pisó: “¡Muera el PR...D! (pero reaccionó y modificó)... ¡Muera el PT por traidor!”.
Los panistas gritaron “¡Juanito, no renuncies!”, mientras que Clara Brugada, quien se encontraba entre los invitados a la toma de protesta de jefes delegacionales, con los brazos cruzados esbozó una sonrisa.
Ya sin corbata, con el rostro visiblemente enrojecido y cabizbajo, Juanito regresó a su lugar. Carlos Orvañanos, jefe delegacional en Cuajimalpa, se volteó y le dio un abrazo, como si le diera un pésame.
Pero a Demetrio Sodi le fue peor. El nuevo jefe delegacional de Miguel Hidalgo fue rodeado por diputados del PRD con mantas en las que se leía: “El fallo del tribunal no fue jurídico, sino político”, y en otra, con una imagen del dirigente nacional del PAN, César Nava, hablando en un teléfono celular: “Sí bueno, ¿Televisa Deportes?, ¿no quieren entrevistar al nuevo jefe delegacional?”; y una más, “¿Quieres ganar en 2012, ya sabes cómo hacerlo: amigos importantes, dinero e impunidad del tribunal”.
Siete veces fue interrumpido por diputados del PRD, encabezados por el legislador Víctor Hugo Romo, quienes no lo dejaban rendir protesta como delegado. “Les dolió mucho, ¿verdad?”, les dijo Sodi.
La confrontación creció cuando Sodi, en forma irónica, preguntó a sus detractores: “Si quieren vuelvo a empezar”, ante la reiteradas interrupciones de las que fue objeto.
La tensión creció cuando los diputados del PAN arroparon a Sodi para protegerlo de los legisladores del PRD. De nada sirvieron los llamados a la cordura del presidente de la Mesa Directiva, Carlos Flores, para poner orden. No conformes, los del PRD pegaron un moño negro en la tribuna y un pequeño ataúd con el Código Electoral del DF.
Quien no se movía de su curul era Alejandra Barrales, presidenta de la Comisión de Gobierno de la ALDF, quien intercambiaba opiniones con algunos de sus compañeros. Y cuando al fin Sodi logró rendir protesta, se escuchó en el salón: “¡Espurio!, ¡ilegítimo!”.
A Raúl Flores, jefe delegacional en Coyoacán, también le fue mal. Diputados de su mismo partido, pero de una corriente distinta, le mostraron cartulinas con la leyenda: “Cumple tus promesas”.
Mariana Gómez, de AN, pidió la palabra para exigir que se respete al delegado del PRD, lo que le valió un abucheo.
Enrique Vargas, jefe delegacional por Azcapotzalco, le dio su sello personal a su toma de protesta: “Viva el gobierno legítimo. Fuera los gobiernos emanados de tribus de espurios”, mientras Laura Velázquez, secretaria de Desarrollo Económico del DF, observaba orgullosa a su marido.
A Carlos Orvañanos, jefe delegacional en Cuajimalpa, le fue menos mal, pues no tuvo interrupciones. La ex legisladora Kenia López, quien aspiraba hace unos meses a esa candidatura, le tomaba fotos desde lejos.
Pero eso sí: Orvañanos se la pasó platicando con Juanito. “Me dijo que la dignidad era primero; estaba muy molesto, (dijo) que recibió muchas presiones y que continuará trabajando por Iztapalapa... Luego quedamos a ver si comemos la próxima semana”, comentó en entrevista posterior.
Al final, Gómez del Campo abrazó a Sodi, Orvañanos y Juanito, quien salió rodeado por los guardaespaldas que le asignó el gobierno del DF para protegerlo. Sin embargo, prácticamente lo secuestraron porque no lo dejaron hablar con los reporteros.
Tumulto en las puertas
Una tragedia parecida a la del New’s Divine estuvo a punto de suceder en el recinto. El personal de resguardo cerró las puertas para impedir la salida de reporteros, fotógrafos e invitados. Sólo la principal estaba abierta.
La desesperación por salir provocó que algunas puertas fueran forzadas; incluso algunos gritaron: “Diputado Cristian (Vargas), ayúdanos a abrir la puerta”.
En un pasillo externo, Demetrio Sodi, rodeado por guaruras, prácticamente huía del lugar. Algunos representantes de medios de comunicación trataban de entrevistarlo, cuando de repente quienes seguían a Juanito pasaron sobre ese grupo como una avalancha. Algunos pudieron hacerse a un lado, los gritos surgieron, empujones y golpes, y esa avalancha humana que rodeaba a Juanito arrastró a Sodi, quien se refugió en las oficinas del PAN.
A Rafael Acosta lo metieron a un elevador donde se encontró de frente con el secretario de Gobierno del DF, José Ángel Ávila, a quien tenía que entregar su licencia. Lo llevaron a una oficina y lo sacaron por la azotea hacia un estacionamiento ubicado en la calle de Cuba. Después, nadie supo nada de él.
Fuente El Universal